El bullying por ser el más lento y torpe, el no encajar con la sociedad por sentirme incompetente, el miedo eterno a no ser elegido por nadie porque el profe de ciencias siempre decía que sobrevivía el más adaptado y el más fuerte. Evidentemente, yo jamás fui fuerte físicamente, siempre supe que si hubiese habido un incidente o un siniestro, el que iba a morir era yo. De pequeño, cuestioné la existencia de un dios, por que solo me trajo a sufrir en un contramilagro a enseñarme a desampararme.
El terror de pensar en mi fragilidad hizo de mi vida un tema que hasta el dia de hoy duele. El hecho de ser rechazado por mi círculo social, me hacía sentir olvidado, ignorado y solo. Construí mi infancia solitariamente, aprendiendo a adaptarme, porque al menos de esa manera pensaba que era posible sobrevivir.
Mi físico fue creciendo, junto con los comentarios que me hacían sentir la basura de la familia, siempre me sentí como el que hacía las cosas mal, que no servía para los quehaceres de la casa y que todo me quedaba pésimo, desde mi cama, lavar la loza, hasta barrer. La impotencia de ser el más débil, me hizo sentir rechazado hasta en la intimidad de mi hogar. Sentí que mi sonrisa se me iba apagando y no le hallaba sentido a mi vida. Mientras iban pasando los años, empecé a odiarme poco a poco. A detestar mi cuerpo y volverlo repulsivo para mi mirada. Me gritaba en el espejo mientras lloraba a la vida, y la cuestionaba, preguntándole por que me hizo tan mal. No existía polera ancha que me quitara el malestar de mi cuerpo y los comentarios de mi familia no ayudaban en nada.
Mi cuerpo siempre ha sido un tema. En mi adolescencia, cuando todos me herían con mis senos, y mi gran trasero me hacían sentir menos que un humano. Nadie se fijaba en lo que aprendía, ni mis habilidades memorísticas, me volví lentamente en un esclavo social que aceptaba todo con tal de ser acogido.
Cuando comencé a estudiar en la secundaria, me dolían tanto los comentarios que me comparaban con mi hermano, era doloroso escuchar que él se veía mejor con mi ropa y que no se explicaban por qué yo era el hermano. Mi autoestima era tan baja que nadie era capaz de reconocerme. Siempre fui el hermano de, el hijo de, el amigo de, el gordito de la esquina. Nadie sabía mis gustos, ni mis sueños. Solo se fijaban en mi talla de pantalón y polera.
El dolor horrible de comprar ropa, puesto que nada me quedaba bien, era espantoso y a eso sumado con el desgano absoluto con hacer ejercicio, porque el cuerpo no me respondía y me dolía más de lo normal. Los comentarios cada vez que hacía ejercicio eran avergonzantes y humillantes. Muchas veces, pedi disculpas porque no era capaz de hacer ejercicio. Fui catalogado eternamente de flojo, pero la verdad nadie fue capaz de entender lo mucho que sufri por ser quien soy. Me cuesta dejar que me vean desnudo, solamente existe una persona en mi vida que dejo que me vea naturalmente.
Cuantas veces evité ser tocado, por miedo a que me encontraran asqueroso, cuando estoy con alguien me ducho muchas veces, porque pienso en que estoy apestoso y no me aceptarán así.
Tengo mucha ropa vieja, pues le tengo un miedo horrible a comprar nueva. Dado a que es horrendo sentirme rechazado por la propia tienda y sus productos.
Tantas marcas y traumas que se reflejan hoy en día. Por ejemplo, cuando viajo, odio sacarme fotos o aparecer en ellas. Me cuesta subir fotos en la que salgo sopresivamente. Siempre soy el fotógrafo, porque pienso que arruino el paisaje. No me gusta encender la.camara en las reuniones, porque sale mi cara que siempre la.siento inferior al resto. Sin querer tiendo a sobre reaccionar si alguien hace un comentario de mi físico o me invita a hacer deporte. Odio hacer treking acompañado porque siento que soy un estorbo para el resto.
Por mi enfemedad, paso con dolores articulares que prefiero callarlos para no molestar a nadie. Siento que es mi culpa cuando estoy saliendo con alguien y no quiere intimar conmigo esa noche. No me siento suficiente para nadie, porque no me siento capaz de apoyar físicamente a alguien. Si hay que defender, si hay que escapar, si hay que arreglar algo con fuerza yo no sirvo.
Muchas veces he querido morir, o bien, aislarme tanto de sociedad para que pueda vivir tranquilo sin que nadie se fije en mis inhabilidades.
Me siento horrible como soy físicamente. Es mi lucha que llevo todos los días de mi vida. Y cruzo los dedos para que el pantalón mañana me cruce, para que la chaqueta me abroche y pueda vestirme tranquilo.
Cruzo los.dedos para que la gente no me vea. No me fotografíe, no haga una opinión de mi cuerpo. Ojalá nadie se fijara como camino ni como me caigo si hago un sobre esfuerzo. Ojalá nadie hiciera críticas de como hago mi vida.
Pero es mi cuerpo. Mi lucha. Actualmente lo estoy y estaré dando todo por salir adelante.
Agnadhi du Anghi
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