sábado, 26 de octubre de 2019

Yo

Esta noche quise escribir. Pero ya lo he hecho de varias situaciones inventadas que la verdad ya no se me ocurre que más sumar a mi colección de inspiraciones.

Sin embargo, quiero transparentar quien creo que soy. Partiré con algo de mi historia. De niño la vida nunca fue hecha fácil, si bien, tuve mucha facilidades para aprender y comprender ciertos aspectos académicos, pero mi físico siempre fue el obstáculo mas grande para mi felicidad. 

La mayor parte de mi existencia la pasé en hospitales, quizás no sentí dolor por mi musculatura pero sentir que el cuerpo es un yugo pesado que no se puede maniobrar bien, genera la impotencia y rabia que se lidia sola. Lo más terrible que jamás pude comprender lo que me pasaba y lo gracioso que al final jamás se diagnosticó.

En fin, para desarrollar mejor la idea, el síntoma clave que despertó esta inquietud hospitalaria fue una clara falencia del desarrollo muscular, lo que afectaba coordinación, fuerza y maniobrabilidad del cuerpo, problemas de equilibrio etc. Lo cual me generaba una gran traba para el colegio y para mi vida social (pensando que en mis tiempos de niño, el que corría, saltaba o jugaba era el amado). Los médicos siempre me metieron miedo a que una lesión sería fatal para mí, que no tuviera hijos porque iban a ser inválidos, que jamás iba a andar en bici, que nunca iba a tocar algún instrumento.

Siempre esos profesionales me echaban para abajo, me desairaban y se preocupaban de mantenerme "a salvo" con sus especulaciones. Uno cuando niño piensa que lo que dice el médico es ley y eso me cuartó más mi movilidades. En el colegio todos me elegían al final como el malo para el deporte, de hecho equipo que estaba, perdía. Mis compañeros siempre se enojaban conmigo por eso y me desplazaban. Mucho tiempo caminé solo en el colegio sin conversar con nadie ni nada. 

Recuerdo que a veces me juntaba con alumnos más grandes, pero siempre salía con más de algún moretón en los brazos. La escuela terminaba a las 18 horas y la noche acaecía con velocidas, llegaba a mi casa y sentía que no era útil en nada. Pues todo lo que me pedían en muchas ocasiones salía mal. Siempre fui el más  chico en la casa y nunca me mimaron más que al resto, me queda la sensación que fui tratado como adulto y pocas veces me sentí realmente escuchado cuando hablaba algo. En varias ocasiones me sentí desplazado en mi casa a pesar que me querían pero se reian mucho de las cosas serias que decía a modo de burla o de ninguniar la innocencia de un niño en crecimiento.

Como dicen no hay un manual para formar una familia. Aún recuerdo aquellas veces que los niños del barrio salían a jugar a la calle y yo los miraba desde la ventana de mi casa, soñando con algún dia no ser torpe y destruir todo a mi paso. Luego dejaba de mirar por esa ventana y me ponía a soñar, que era lo que me mantuvo en pie. Siempre fui un soñador. Que se esperanzaba con algún día conocer el amor, casarse, formar una familia, tener una casa propia y ser profesional. Pues es el sueño que a uno le imponen como la receta de la felicidad. Trataba de idealizar los sin fin de futuros remotos, soñando con tener el físico perfecto, o a veces que era un cantante fomoso, o un cocinero connotado o un gran policía. Sueños que solo se quedaron ahí.

Fui creciendo y conocí a mi primer amigo, un niño que me juntaba mientras mi madre hacia vida social con la madre de él. Recuerdo que esa familia era muy adinerada, tenian computadores, no uno sino tres. En ese tiempo donde un pc de 4gb era muy caro. Siempre jugaba con él en su computador y recuerdo que a veces me daba golpes por ganarle, acumulaba más moretones. Me decía cosas hirientes hasta la mamá de él una vez me trató de marginal. Yo seguía yendo para allá porque pensaba que era lo único que merecía tener de amistad.

A medida que pasaba el tiempo se hacía más difícil convivir en la escuela, el desplace era evidente y en mi mente a veces vivía el odio hacía mi mismo, pues no tenía la visión completa del asunto. Por temas de estudios clínicos me hospitalizaron en el San Borja Arriarán, tuve miedo, siempre pensé que las hospitalizaciones eran sinónimos de morir. Habían muchos niños con problemas mentales, psicomotores, enfermedades genéticas etc. A pesar de todo armamos una mini pandilla de niños que de cierta forma hacía mas agradable la estadía en el sitio. 

Odiaba la noche en ese lugar, pues mi compañera de la cama de al lado siempre convusionaba y tenia las llamadas "crisis". Y no podía dormir ni hacer nada para salvarla, pues siempre fui un inútil de cierta manera. Entre tanto movimiento y griterío lograba conciliar el sueño.

A la mañana nos despertaban tempranito y haciamos la fila en el baño, pues el desayuno era a las 10 y debíamos estar aseados todos. Llegaba el desayuno y los niños que tenian problemas cerebrales serios en ocasiones vomitaban sobre sus alimentos entre otras cosas. En fin aprendí a no tener escrupulo de nada en ese lugar amar a la humanidad de cierta manera. 

Aun recuerdo los horarios de visita. Un niño del grupo jamás le conocí a sus padres, ellos nunca llegaban y la tía rosa o "rosita que le llamabamos" lo cuidaba y lo protegía. Siempre recuerdo con cariño a Rosita, ella era una brillante enfermera y muy cariñosa con nosotros. Por otro lado estaba el tio Claudio o el tio Computación jaja que nos llevaba a jugar videojuegos en los pc del hospital. Siempre jugaba al Sonic 3D. Eran mis momentos de felicidad al poder compartir con ellos mi pequeña sabiduria de juegos. También recuerdo a una doctora que nos llevó unas cartas Mitos y Leyendas de regalo la pasabamos bien en esos momentos.

Recuerdo que nos deseabamos suerte cada vez que uno de nosotros iba por un examen, que ciertamente eran pocas las ocasiones a decir verdad. Los exámenes médicos, los recierdo con mucho temor. La mayor parte de ellos eran dolorosos, electromiogramas, biopsia muscular, exámenes de sangre por montones entre otros. Los recuerdo con rabia y dolor siempre. Para un estudio inconcluso y sin un final aparente. Once días fue mie estadía en esa sala. Con recuerdos gratos y no tantos. Y con lindas almas de intantes en mi corazón y los excelentes profesionales que nos protegían.

Después recuedo que seguí yendo a controles frecuentes para seguir vigilando mi proceso, faltando al colegio, muchas veces. Le lleve un regalo a Rosita (los deliciosos Costarama) dando gracias por ser una gran enfermera. 

Recuerdo bien el último año de mi educación básica, nostálgico por la realidades que vivía el eterno desplazamieto que me hacía todo el mundo que mi madre me llevó al psicólogo. Porque me encontró nostálgico. La psicóloga era muy simpática creo que me hizo entender que los animales eran entes de desahogo de todo lo que tenia adentro. Siempre pensó que yo era violentado por mi familia pero nunca se interesó por este sentimiento de soledad que siempre sentí.  
Cuando descubrió que mi familia no me violentaba me dio de alta. Lo gracioso de ello, que decidi fingir felicidad para que no me mandaran otra vez a eso. 

Mi gordura comenzo a notarse cada vez más, 13 años es una edad de desarrollo hormonal y más encima mi vida no era la más activa de todas. Un dia me inspiré (en séptimo) y pensé que siendo profesor, iba a sentir utilidad y más encima me iba a sentir escuchado. Porque los niños tienen la obligación de escuchar al profe y por otro lado un profesor no necesita motricidad para trabajar (es lo que pensaba) así lo más lógico y apasionante era ser profesor.
Ese sueño es el que perseguí durante muchos años. 

Fin de año, nos conseguimos un traje para la licenciatura de octavo, recuerdo que la chaqueta no me abrochaba por mi gordura. Aun recuerdo que en la ceremonia los apoderados comentaron sobre mi grasa mentras iba caminando, "mira ese se comió a sí  mismo", "se nota que le consiguieron esa ropa" "algo ajustado va él" etc. Fue una noche muy humillante y desagradable, pero al final mi felicidad corría en mis venas pues era el final de los finales de ese colegio.

Mi educación media partió  con una profesora dictadora de lenguaje que humillaba a sus estudiantes a punta de gritos. Yo pensando que otra vez me iban a desplazar de todo, pues pensaba que lo merecía. Recuerdo los primeros días, terribles del otro colegio. Un dia cayó mi cumple y los compañeros dibujaron una torta en la pizarra. Por el más minusculo momento pensé que habían averiguado mi cumple (4 de marzo) y que lo iban a celebrar con el canto aburrido de siempre. Pero cuando nombraron el nombre, era justo un compañero jajaj que estaba el mismo día que yo.  Pero eso no era horrible jaja solo vino a mi memoria, era el compañero nuevo y era imposible que supieran mi cumple.

Quería una vida nueva en ese colegio. A los pocos días un niño ya abusaba de la fuerza conmigo, yo lo odiaba de cierta forma, pues mi musculatura jamás iba a poder contra él. 
Afortunadamente lo echaron a los meses. Mientras trataba de calzar en un colegio nuevo, más encima mixto (el anterior era somo de hombres) y sin conocer a nadie.

Paralelamente me obligaron a aprender a andar en bici, mi amigo aprendió primero e iba a burlarse de mi a mi casa por no saber. Tuve que salir muchas veces en la noche a aprender para no sentirme humillado. De a poco este niño comenzo a alejarse de mi. De alguna manera me tomo odio y nunca supe porqué. Una vez lo escuché hablando mal de mi y un vecino de casi mi edad me defendió. Por primera vez, sentí algo de importancia en mi vida, al rato después me buscaron para salir. Y comencé a hacerme amigo de ese vecino que me defendió. Actualmente es mi mejor amigo y un hermano para mi.

Obviamente comencé a sentir que la vida tenía otro gustito, que existía algo más que la amargura  y comencé a conocer más personas a abrirme lentamente con ellos y comenzar a madurar algunas actitudes. Me comencé a juntar con compañeras de colegio, que ahora algunas quedaron como amigas. Que de cierta forma fueron uno de mis primeros refugios de toda la mierda que tenia contra mí. 

Mi gordura se desarrolló en mamas grandes y grasosas que, gracias a un cirujano, se pudieron eliminar, despues de 3 intervenciones quirúrgicas. El queridísimo Doctor Aguirre, su nombre siempre sonará en mi memoria pues, fue otro punto de inflexión en mi vida.

Siempre soñando pase la adolescencia. Soñaba con el primer beso, con la primera polola, con la primera relación sexual, sueños que uno trataba de concretar siendo ese hijo perfecto que querían los viejos. Ese alumno ejemplar de los profes y tratar de completar los estándares que de alguna forma me impusieron.

Mi desarrollo, el paso de niño a adulto fue tardío, toda la etapa hormonal la comence a vivir super tarde, mi voz cambio a los 16, los primeros vellos a cerca de los 17. Era un niño jugando a ser adulto. Tengo un mal recuerdo de un compañero que me convenció a jugar a ser adultos en la privacidad. De ello me arrepiento tanto, pues de alguna forma siempre terminaba mal. Siempre la culpa  y la lucha eterna de tratar de conciliar lo que siempre soñé con lo que realmente soy.

Paralelamente conocí un grupo de jóvenes que comenzó a enseñarme a verme de una forma distinta, empezó a realzar mis cualidades positivas y fui descubriendo que da lo mismo ser cojo o lo que fuere. Le guste a quien le guste soy así.

La lucha eterna de mi sexualidad con mi pensamiento y sueños. Salí del colegio, y quedé en lo que siempre busqué. Ser profesor de cualquier cosa. Como en media siempre se me hizo fácil matemática, decidí que esa era mi primera opción, luego física  e Inglés.  Pero quede en matemática, como la mayoría ya sabe. 

Mi plan de volverme útil, se puso en marcha y la primera clase pensé que iba a ser un fracaso inminente, dudé de mi decisión y pensé que simplemente no me la podía. Me sentí realmente solo en un mundo que pensé que no pertenecía  a mi.

De a poco me fui integrando y al mes recién, comencé a relacionarse mejor. Pues siempre tive miedo de carretear harto y perder mi objetivo como ya le habia pasado a gente que conocía. Por otra parte comence a hacer tae kwon do y me metí a la iglesia mormona pensando que ahí me iba a sentir seguro y lograr mi sueño de encontrar polola y de a poco ser parte de la felicidad impuesta. Sin embargo, siempre estaba ahí ese maldito excompañero.

 Hasta que llegó el momento de finalizar ese vicio estupido. Ese idiota que ya tenía la fuerza de manipularme ni nada. Decidí dejarlo de golpe desapareciendo de su vida. Para así comenzar a pensar en lo que yo. 19 años tenía  y era la primera vez que me empecé a asustar y pensar que todo lo que soñé y construí se empieza a desmoronar.
Caí en mucha tristeza, estuve a punto de renunciar a todo y quedarme a entender mi mundo. Comencé a alejarme de todos, para ver el mundo desde una nueva perspectiva. Recuerdo que el 8 de septiempre del 2012 me hice la promesa que jamás iba a sufrir por alguien. Y a la mierda el mundo. Me di cuenta que debia terminar la carrera y no salirme y que a dedicarse a eso no más, que era lo único que hacía bien. 

Dos años duré en la iglesia y en tae  kwon do me cansé  de las lesiones constantes por mi cuerpo nefasto.  Siempre dando la excusa que no me gustaba el combate. La parte que volcó mi vida. Fue cuando empecé a sentir cosas bacanes por un amigo que no veo hace años. Y me di cuenta que no se puede luchar con el sentimiento, y la razón no puede forzar a algo que no somos. Me di cuenta que jamás senti nada por mujeres y abrí los ojos al fin. Deje de pelear, la sonrisa me brotaba y por primera vez, me senti liviando. 

Me enteré en uno de esos años que uno de los niños que  conocí en el hospital había fallecido por su enfermedad genética.  Fue triste saber que no siempre los sueños se cumplen y a veces por cosas del destino, debes dejar las cosas a.medias. (siempre recordaré al Fabián)

De poco comencé a disfrutar la vida, haciendo lo mismo, sin pareja ni nada, solo ya no pensaba en mi sexualidad, pues era un hecho resuelto. 

Terminé mi carrera sin fracasos académicos y logré ser profe en un sueño cumplido por ser útil y escuchado. Sin embargo entré en un colegio que empezó a opacarme y cuestionar si de verdad hacía lo correcto. 

Siempre se puso en duda mi saber docente y me vulneraron mi estima profesional. Jamas me apreciaron por lo que entregué y estuve a punto de renunciar al último sueño que quedaba en pie. Comencé a desaparecer involuntariamente pues era mucho trabajo, poca remuneración. Explotación eterna y una vida deprimida que no era capaz de disfrutar.
Crisis tremendas de ansiedad que, fui superando en silencio siempre.  
 
Con el paso del tiempo he ido desarrollando mi lado profesional. No me arrepiento de las desiciones tomadas y creo que he dado la lucha constante para salir adelante.

En ámbitos de amor, sigo siendo un desastre, no me manipulan ni nada. Solo existe una persona que me hizo sentir querido como hombre, pero se le pasó rápido  y me dejó en el aire, sin mayor explicación. Sufrí bastante por esa pequeña chispa. Pero esa promesa de no llorar por nadie, me hizo no demostrarle pena en su cara. Pero como siempre, me afectó en silencio y de cierta forma, trato de vivir con la idea, que nunca encontraré a alguien que me haga sentir amado, que no sea de mi familia. 

Ahora me refugio en mis estudios de postgrado. Y quien iba a pensar que ese fracaso de niño se iba a convertir en un adulto responsable. Quizá no con el mejor físico, no con polola, hijos ni casa propia. No millonario, no soy el mejor cantante, no soy policía (por fortuna), no soy un buen cocinero. Pero aun así, lucho por ser un gran profe. 

Pd: el único diagnostico que tengo médico.  Es hiperlaxitud (posible Eder Danhlos) y atrofia muscular distal. Hartas cosas me salté de mi vida para tener algo interesante que contar de mí. 

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