viernes, 5 de agosto de 2016

Cierro mis ojos

Cierro las puertas de mi alma para pensar. Encuentro un camino oscuro lleno de paz, lleno de tranquilidad, aquella que invade mi ser, me concentro en mi respiración y dejo fluir mi imaginación, escapándome un rato de mis problemas, desconectándome de ellos, regalándome un momento.

Hago un viaje hacia mi interior, recuerdo las personas que pasaron en mi vida, las que iniciaron un proceso en mí, aquellas que me acompañan en el presente y otras que fueron una simple huella en el suelo, que quisieron caminar conmigo o simplemente lo fingieron, para extraer algo de mí, sin embargo, en ese camino aprendí más de lo que pensé, más de lo que me atreví a imaginar. Sigo pensando, ¿Qué sería de mí?, uno aprende mucho de los que te rodean es increible.

Sigo paso a paso, mirando cada pared de mi interior, veo los recuerdos como si fueran videos de una red social, unos me gustan, otros no. Recuerdo esas tardes lluviosas en cual miraba por la ventana y dejaba mi imaginación fluir, donde comenzaba en tierra y terminaba en Júpiter, recuerdo haber disfrutado mi niñez solitaria mirando el cielo y su plenitud, soñando querer ser una buena persona, agradar.

Encuentro a un niño, de carcterísticas muy robustas, sus ojos reflejan tristeza, una mirada perdida, pero en su boca esboza una sonrisa, un ímpetu generoso, que lo recibo con muchas pureza, esas ganas de salir adelante no importa lo que sea, una perseverancia para que esa pequeña sonrisa, se transforme en una alegría de corazón. Me arrodillo y lloro por su ejemplo, se me hace familiar, creo que soy yo.... No, es mi niñez, tengo una fuerte experiencia con ella, quizá es tiempo de reencontrarme creo que somos tu y yo uno otra vez.

Siento mi respiración, intento abrir mis ojos, y no puedo.

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