Ya se había olvidado de dónde habia sacado el 442, sin embargo su memoria muscular de sus dedos lo digitaban de manera automática, sin dar mayor importancia. De la nada, golpean la pueta de la oficina. David le hace un ademán para hacerlo pasar a su lugar de trabajo, su secretario le llevaba un café filtrado, con un formato americano sin azúcar. El secretario sonríe y le menciona que, lo quería sorprender para que empezara un excelente día. David le agradece con una sonrisa, acto seguido, el secretario camina hacia la puerta dejando una estela de un dulce aroma, que a David le sienta familiar, que además de las tonalidades chocolatosas del café del secretario, sumado a ese perfume dulce, le despierta una ternura única, sin relacionarla inmediatamente a un recuerdo asertivo, solo que la combinación de olores, lo hizo viajar por un instante a un recuerdo borroso, pero de sentimientos reales, como casi a un lugar seguro. Esa sensación de que viajas a tu espacio, tu lugar, tu paz, en fin, cuando estas en tu hogar. David medita un poco, mientras se le enfría su café, pensando que su casa no huele así, que no tenía olor característico, solo pequeñas partículas volátiles de sus propios perfumes.
David toma un sorbo de su café, tenia un sabor corpulento, con tonalidades de ciruela y pequeños matices de chocolate, lo que hacía que la experiencia del primer encuentro fuese único, al parecer era algún tipo de ensamble especial, pero se sintió nuevamente en casa. David, de curioso, sale de su oficina, buscando respuestas, el secretario lo vuelve a recibir con una sonrisa. David sospecha que algo está tramando su secretario, luego se da cuenta que está exagerando la situación. Reinicia la idea, y le pregunta qué café era el que le llevó que está muy sabroso, y ahí le explica que es un ensamble del tipo arábico tostado con 5 granitos, con toques de chocolate y ciruela, además, añade que si le interesa tambien estaba la opción "Decaf". Esa terminología la había escuchado en alguna otra parte, pero aún no lograba decifrar lo que sentía en esos momentos. David sigue muy curioso, y le pregunta al secretario si había cambiado de perfume, lo que él sonríe y responde que, su pareja le había obsequiado el nuevo perfume llamado: Easter Z. David le menciona que es muy rico el aroma, que a algo le recuerda pero no sabe con exactitud lo que es, sin embargo le agrada su dulce aroma con un olor pachulí marcado. El secretario sonrie con la palabra pachulí, pues, no la había escuchado nunca, entonces pregunta, ¿a qué huele el pachulí?
David comienza a reir, y le contesta que su perfume tiene su olor. Ambos se ríen, a pesar que David seguía con esa ansiedad que la combinación de momentos estaba generando. Aún confundido, decide ir al baño a mojarse la cara, para poder concentrarse en sus quehaceres, que, como en pocas ocasiones, era escaso. Mirándose al espejo, intentando enteder qué lo que estaba pasando, el olor del perfume, la conversación del pachulí, el olor del café, la expresión de su secretario, todo le despertabas sensaciones magníficas, pero la ansiedad de no recordarlas, empezaba a consumir a David y la frustración de no asociarla a algún momento preciso que le trajo la felicidad descrita anteriormente, lo hacía sentir aún peor.
Saliendo del baño, al pasar por el mesón del secretario, le dice que llegó alguien preguntando por él, así que lo hizo pasar a su oficina. David se extrañó, pues no esperaba a nadie, sin embargo, le hace un gesto con la cara y gesticula la frase: ¿quién será?, el secretario confundido, le dice: si no sabe usted, no creo que sepa yo y le ofrece una sonrisa. David va a su oficina con mucha curiosidad, al abrir la puerta ve una silueta a contraluz de la ventana, sentado en su sillón de invitados, una cabeza con pelo corto, y contextura delgada, David no lo reconoce de inmediato. El perfume Easter Z recorre los rincones de su oficina, David confundido, pensando en que la estela de aroma de su secretario todavía estaba en su oficina, sin embargo, lo pensó mejor e identificó que la fuente era la de su visita misteriosa.
David saluda a su visita, un hombre, más joven que él, se levanta, con el pelo semicano, unas ligeras arrugas en su rostro, las que no se comparaban con las de su frene que eran más pronunciadas, labios carnosos y mirada penetrante, orejas salidas de su craneo, cabello corto y contextura delgada. El hombre misterioso, lo saluda de una manera inusualmente nervioso y le comenta que tiene un excelente olor a café, que tiene un aroma chocolatoso como a él le gusta. David extrañado por el comentario del extraño, decide presentarse: mucho gusto, soy David, en que puedo ayudarle. El extraño sonríe y le comenta, ¡hay Dave! ¿No te acuerdas de mí?, soy el Basti. La pronunciación del nombre, la combinación del perfume, el café, la descripción, hasta la razón de su contraseña, la voz envejecida de Bastián, lo hizo recordar de su gran amor del pasado.
David recordó el triste episodio que le dio una pausa a la relación, aquella conversación dolorosa de término, uno de puertas abiertas, una lejanía por salud mental, pues a veces, para ganar tranquilidad hay que hacer sacrificios, aunque estar tranquilo no es sinónimo de felicidad.
David, nervioso pregunta: ¿qué haces aquí?, conteniénose el temblor de sus manos y su acelerado corazón por la ansiedad de los recuerdos. Bastián le responde, que vino a verle, averiguó donde trabaja e hizo un pequeño complot con su secretario para generar ambiente. David, recordó lo dificil que era comunicarse para su amor del pasado, pero sus ojos siempre delataron lo que sentía. En ese momento, los ojos de Bastián reflejaban inseguridad, nerviosismo y admiración. La última característica analizada por David, lo hizo pensar en que era momento de romper el hielo, diciendo que a él también le daba una alegría extraña volver a verlo, después de tantos años de aventuras juntos y de tantas historias por separado. Que, quizá el tiempo que pasó entre ambos lo hacía un poco incómodo, ambos estaban en la misma sintonía, de aquellos que conectaron una vez, al parecer algo de sinergia quedaba, anclada a momentos efímeros que solo se instalaban en la memoria de cada uno. David mira la hora, e invita a un café a su invitado sorpresa.
La conversación empezó a fluir, como si fuesen una sola persona, paulatinamente, se comenzaron a remimetizar como en los viejos tiempos. No paraban de reír y gritar por tanta aventura contada. No dejaban de mirarse a los ojos, solo dejan que el silencio llegue cuando hay que respirar el mismo aire, sin embargo, se notaba que sus latidos eran los mismos, asi que cuando callaban sus bocas, sus palpitaciones seguian la conversación, al son de la mirada directa a los ojos.
Por un momento, a Bastián le cayó una hora de café en su mano, David actuó como por sinapsis a tomar su mano para secarlo. Volver a tocar sus manos frías, recordar las veces que se quitó la chaqueta para abrigar a ese joven que ahora estaba de adulto, seguían esos patrones que hicieron comenzar todo.
Acto seguido, se encontraban los dos en silencio, mirándose como aquella vez, unos ojitos chinos por la sonrisa nerviosa de Bastian, los ojos llorosos de admiración de David, recordaron ese almuerzo a la orilla de la playa, el que hizo que se abriera el libro de sus aventuras, algo que el prólogo nunca lo predijo y que en el epílogo iba a quedar un espacio abierto para una secuela, que esas manos frías iban a crear nuevamente.
En ese momento, Bastián rompe ese silencio y le dice: "Yo te dije, novios, esposos puede haber muchos, pero compañeros de mi equipo solo eres tú"
David derrama una lágrima....
Agnadhi du Anghi