lunes, 26 de marzo de 2018

Cielo estrellado

Érase una noche en el lejano desierto nortino, donde la belleza del cielo hace crecer humedad en nuestros ojos, fuente de inspiración de una inigualable pureza, donde el cielo ilumina aquella noche corteja.
Corteja el interés humano de seguir más a allá de sus sentidos, e ir descubriendo la naturaleza que hay tras ese cielo. Despertar la curiosidad humana, es como ver una semilla sacando su primer brote, donde la fase de la emoción se intensifica y la mente se amplía, para un entendimiento holístico.

La noche maravillosa, las luces naturales que caen, otras se sostienen firmemente como si estuvieran unidas con un lazo que esta más alla de nuestra comprensión, así como la compasión que nos entrega el gigante cielo nocturno, de cubrirnos todas las noches mientras descanzamos nuestros cuerpos.

La brisa fría recorre mi ser, mientras admiro semejante belleza y el paisaje que dibuja la arena en conjunto con estos astros, libera el alma del cuerpo para vivir, la humedad, en plenitud, imaginar el Universo unido a la realidad, hace pensar en nuestra vida con mucha vanidad. Vanidad que termina pronto, que al darnos cuenta que somos pequeños en el Universo; nuestro ego se cae de golpe. Me ahogo en pensamientos del mismo tipo, con mucha emoción, debo volver a mi casa. Porque ha salido el Sol.
Agnadhi du Anghi

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