sábado, 31 de marzo de 2018

Fragmento 6 (Shock)

En el momento que me dí cuenta, decidí dar un suspiro, abrí mis ojos, la llovizna espesa no me dejaba ver con claridad y así sentí frío, la brisa de mar se mezclaba con el agua que nublaba mis ojos; por alguna razón el corazón late fuerte. A puños cerrados el nerviosismo me invade, sigo sin entender lo que sucedió o qué es lo que sucede. La aparición misteriosa de mi yacimiento en la playa, escucho mis latidos y mi ritmo en mi respiración.

 -¿Estás bien?, alguien me pregunta, solo pienso en mi gran confusión y simplemente, decido no responder ante aquella interrogante solamente camino hacia el mar. Cierro los ojos y siento una canción de Louis Amstrong. Me comienza a doler la cabeza, comienzo a imaginar; una velada en un restaurant, el sabor de la comida y el olor de un lugar que me es muy familiar. Me imagino comiendo con una persona que se me hace conocida, pero mi mente no recuerda, me siento entusiasmado y de alguna forma no puedo controlar lo que estoy imaginando. El trompetista en el escenario demuestra su talento con la tonada, ambos nos reímos, estamos extasiados por el momento aquel, mi mente reproduce una conversa que no puedo entender, sin embargo, siento éxtasis con su compañía, la comida y la música.

Suena mi teléfono con un tono diferente... ¿Será mi alarma?..., no es una hora prudente, lo saco del bolsillo de mi pantalón y no es nada, aún así sigue sonando, mi acompañante no lo nota, en su lugar el mueve sus labios sin lograr entenderle, luego de eso nos levantamos de la mesa, la alarma en mi cabeza me tiene confundido, lanzo un grito frustrado al no poder entender la situación. Abro los ojos y veo un blanco techo, siento que me tocan el cuello y que me mueven mucho, escucho voces que no logro comprender. El olor a comida se disipa  y se transforma en olor a gas. Deja de temblar, escucho un golpe como si puertas se abrieran. Vuelvo a cerrar los ojos.

El mar está más alterado que de costumbre, el sonido calmado de la brisa marina y las olas hostiles golpean las rocas dándoles forma y moldeándolas de forma equilibrada. Creo que hay alguien más. El sudor frío no me deja entender. Todo comienza a deformarse, la imagen del restaurante, el fuerte oleaje, la alarma, mi respiración el fuerte eco del "¿Estás bien?"... todo es confuso.

 ¿Quién es el tipo del restaurante? Vuelvo a pensar en ese lugar, lo estabamos pasando bien, saco el celular del bolsillo y veo la hora, una linda noche era la esperada, él me habla, no recuerdo con claridad, me tiembla la pierna derecha mientras me concentro en sus labios e intento reconocer sus palabras, de pronto, su cara comienza a sangrar, el miedo me carcome la conciencia, escucho una bocina constante, él se encuentra ensangrentado, veo la escena del restaurante como un vidrio que se quiebra, escucho gaviotas gritando...

... Escucho voces, un pitillo intermitente, una mascarilla en la cara y mucho líquido en la garganta me impide a hablar con quién escribe en una especie de archivador, la niña que está ahí me pide que no hable por los gases. Un dolor punzante en mi cabeza empieza a crecer. El pitido de a poco se vuelve contínuo y me cuesta respirar aún más, la niña grita y corre. Cierro los ojos.

Entrando de la mano con él en el restaurant, luego saliendo nerviosos, tomando mi auto, lo enciendo sin mencionar ninguna palabra, voy conduciendo al parecer, hacia el oeste, aún no sé para donde, nos tomamos de la mano, le toco su muslo, él hace lo mismo, lo siento cercano y lo beso. Despierto y escucho, "hemorragia interna", "tenemos pulso". Otra chica vestida de médico me dice, "tienes suerte, bienvenido al mundo otra vez". Sin entender nada, no puedo comunicarme, me pongo a llorar.

(Continuará)

Agnadhi du Anghi

lunes, 26 de marzo de 2018

Cielo estrellado

Érase una noche en el lejano desierto nortino, donde la belleza del cielo hace crecer humedad en nuestros ojos, fuente de inspiración de una inigualable pureza, donde el cielo ilumina aquella noche corteja.
Corteja el interés humano de seguir más a allá de sus sentidos, e ir descubriendo la naturaleza que hay tras ese cielo. Despertar la curiosidad humana, es como ver una semilla sacando su primer brote, donde la fase de la emoción se intensifica y la mente se amplía, para un entendimiento holístico.

La noche maravillosa, las luces naturales que caen, otras se sostienen firmemente como si estuvieran unidas con un lazo que esta más alla de nuestra comprensión, así como la compasión que nos entrega el gigante cielo nocturno, de cubrirnos todas las noches mientras descanzamos nuestros cuerpos.

La brisa fría recorre mi ser, mientras admiro semejante belleza y el paisaje que dibuja la arena en conjunto con estos astros, libera el alma del cuerpo para vivir, la humedad, en plenitud, imaginar el Universo unido a la realidad, hace pensar en nuestra vida con mucha vanidad. Vanidad que termina pronto, que al darnos cuenta que somos pequeños en el Universo; nuestro ego se cae de golpe. Me ahogo en pensamientos del mismo tipo, con mucha emoción, debo volver a mi casa. Porque ha salido el Sol.
Agnadhi du Anghi