La primera vez que sentimos algo por alguien que no es de nuestra sangre ni acompaña nuestro crecimiento ni nuestra infancia; esa idea de saber quienes somos, hasta autoconocernos, de comenzar a indagar en situaciones de riesgo para palmar nuestras reacciones ante diversos actos y/o momentos que nos toca vivir, creamos nuestro auntoconcepto y desde ahí comenzamos a tener autoestima y empezamos a juzgar y medir lo que es correcto o incorrecto (discernir), es decir nace nuestro criterio.
Desde esta etapa empezamos a diferenciarnos del resto, sufrimos una serie de cambios ya sea de personalidad, ya que se esta desarrollando a esta edad recién, cambios sociales, buscamos amigos que se acomoden a nuestro nuevo carácter y gustos, y tendemos a olvidar a aquellos que crecieron con nosotros ya que adoptan otro carácter que no nos parece a simple vista.
La etapa del ensayo y error, nuestro primer amor aquel complemento, la primera vez que nos ilusionamos, donde llegamos al punto de hacer una proyección con una persona donde solamente vemos lo que queremos ver, donde comienza nuestra orientación sexual, donde florecen los traumas de la niñez, el punto que nos da nostalgia mirar al pasado y pensar lo ingenuos que pudimos llegar a ser, de creer todo lo que nos pintan, y de tener miedo de perder a los que nos cuidan, he aquí que nacen nuestros miedos, a la soledad, nacen las inseguridades, el temor a hacer el ridículo, sentimos vergüenza de mostrar nuestra luz interior, nuestros talentos, en esta etapa también crecen habilidades sicológicas ya sea aprender a escuchar, a aconsejar y a ser cariñosos, aprendemos a hacer las cosas de corazón.
La frustración cuando algo no sale como lo queremos o anhelamos, pero de desmorona, llegamos a un sufrimiento profundo por ser en muchas ocasiones la primera vez que nos pasa algo parecido, muchos adolescentes descansan ese lamento charlando con sus amigos o personas de confianza, otros prefieren la soledad, llorar en sus espacios personales sin que nadie los escuche, esos lamentos que se pierden en esas nostálgicas noches, otros individuos también prefieren la soledad pero ademas estos actúan con brutalidad llegando a autoflagelarse intentando ahogar el dolor emocional con lágrimas de dolor físico, esta conjunción macabra crean una persona sufrida y solitaria que no tiende a buscar ayuda ante un amigo.
Yo tengo 20 años, sin embargo me siento parte de esta etapa, tratando de vivir la vida que intentando seguir una filosofía y una idea personal, siempre estirando la mano para sacar a los adolescentes de sus trabas personales, porque estoy saliendo de la adolescencia y se cuanto cuesta aceptar quienes somos y entender que los problemas son partes de la vida y que gracias a ello vivir se vuelve fascinante, se convierte en un gran desafío, llena de misterios sensacionales y curiosidades en demasía.
Casi soy un adulto íntegro y me gusta compartir mi conocimiento.
Agnadhi du Anghi